Después de la aventura en el desierto, entramos en el Estado de Baja California: tiene una sola carretera que lo conecta con el resto de México, el resto está aislado por el Mar de Cortés (con Estados Unidos tiene varias carreteras)...
La primer escala fue en La Rumorosa, un pueblito cerca de Mexicali, sin mucho más que unas cabañas al lado de lo de Lalo (esa fue la explicación con la que dimos para llegar).
Llegamos el viernes a Tijuana, que nos sorprendió gratamente: fuera de las calles del centro que están muy apagadas (aunque sí hay algunos burritos con sombrero donde los gringos se toman fotos), está rodeada de lindos barrios sobre las colinas y las playas hacia el sur se hacen cada metro más lindas.
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