Salimos de San Cristobal después de recuperarnos de la excursión a Palenque. La primera parada fue ni bien entramos en la carretera -bueno, retrocediendo un poco- para ver si conseguíamos parlantes para el auto (los delanteros empezaron a fallar, asi que nos apañamos con los traceros y los de las puertas), no los conseguimos... seguimos hacia el este, hasta que nos dimos cuenta que habíamos dejado el agua y un tupper con papaya preparada en la heladera del hotel... paramos y dimos vuelta. Parece que San Cristobal nos atrapa, pero no, escapamos a su hechizo y llegamos hasta Comitán, para ver su centro histórico, sus esculturas y almorzar frente a su plaza.
Esa noche, solo llegamos a dormir en Tapachula, la luz no nos permitió llegar hasta los pies del volcán. Disfrutamos (sufrimos?) un festival de bandas rockers de chicos en la plaza mientras dabamos la vuelta al perro correspondiente.
Temprano arrancamos hacia el volcán; paramos en Santo Domingo a tomar cafe, nos sorprendimos para bien del fantástico lugar que hace de centro turistico, video-bar y sobre todo de su galería rodeada de este escenario fantástico.
Fuimos más para arriba, a Unión Juarez, otro pueblito rodeado de cafetales y con unas vistas geniales al Tacaná. Comimos ahí, en un carrito de una señora que nos contó un poco como era la vida por ahí.
Fuimos más para arriba, a Unión Juarez, otro pueblito rodeado de cafetales y con unas vistas geniales al Tacaná. Comimos ahí, en un carrito de una señora que nos contó un poco como era la vida por ahí.
Pasamos toda la tarde instalados en la galería de Casa Grande en Santo Domingo, esperando novedades que no llegaron. A pesar de eso, el sol empezó a bajar sobre la espesura verde repleta de cafetales y palmeras; nos envuelve el sonido de insectos, pájaros y un poco más allá -casi de fondo- los rezos cantados de los fieles de -al menos- dos templos.
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