Cartagena

Durante unos días , nos paseamos por esta ciudad, que ya esta por cumplir 500 años.Tomamos mucho Tinto(café solo), que los vendedores de café ofrecen continuamente por las calles, a un precio de 10 céntimos de Euro. Disfrutamos de las plazas publicas, donde al caer la noche, se concentran los vecinos, charlan las mujeres y juegan los niños…para ser una gran ciudad, el casco antiguo tiene ambiente de pueblo…al caer la tarde las estrechas calles se llenan de vecinos que, con su mecedora disfrutan de la conversación y del fresco…

Si necesitas comer, siempre aparecerá alguien que vende algo de comer, lo mismo con el café, los jugos, la fruta, en la calle encuentras todo lo necesario, sin necesidad de salir a buscarlo.

Mientras, a pocas cuadras, en la zona turística, a esos vendedores de comida y café se les unen los carros de caballos, para pasear, las tiendas de esmeraldas, los hoteles caros, las mozas de restaurantes, que una detrás de otra te invitan a pasar al suyo, el vendedor de agua, que te asegura que a la isla a la que vas, el agua es mucho mas cara, cómpramela a mi(pese a que le juro que yo solo pasaba por hay), aquel que te quiere vender la excursión, el que te cambia dólares o euros, o lo que tengas, el taxista, que te toca el claxon y se para a tu lado, esperando que cambies de opinión y te subas a su taxi,etc..,etc...

Cartagena es una ciudad con mucho turismo, pero sobre todo es una gran ciudad, y casi todo el que camina por el centro histórico es alguien que trabaja, vive o pasa por allí, es una ciudad viva, en la que cuando desaparece el turismo, apenas se nota. Una ciudad llena de puesto de fruta, de puestos en los que por un dólar te preparan un delicioso licuado con las frutas que desees(aunque no las conozcas)una ciudad, en la que el calor es asfixiante, pero en el menú te ponen sopa, el café esta deliciosamente caliente y solo los jugos te refrescan de verdad…el calor se combate con bebidas calientes.

La otra noche, paseando por el centro, nos encontramos una boda..en la puerta de la iglesia se arremolinaba mucha gente, Marce me insistía en que el novio era Hugt Grand, y un vendedor de golosinas, completamente borracho, gritaba continuamente “ apártense que viene la novia” mientras el se movía como un bolo apunto de caer, en medio de la puerta.

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