Terminado el rally volcánico, y habiendo sobrevivido al diluvio; llegamos a la localidad de Patzcuaro situada a orrillas de su lago.
Todavía nos quedaba energía para encontrar donde parar y salir a comer (cosa que no habíamos hecho en todo el día). Ahí fue cuando nos enteramos que el centro estaba a unos 2 kilómetros de donde habíamos anclado. Al entrar despacito al centro (parecía que los 50 mil habitantes de Patzcuaro tomaron la misma ruta que nosotros!), nos fuimos maravillando con las casas coloniales, todas blancas y marrón rojizo, con las plazas y con la gente que paseaba tranquilamente.
Al día siguiente nos enteramos que era el día de Nuestra Señora de la Salud, la patrona de la ciudad. Ese era el factor que atraía tanta gente (el turismo religioso mexicano es el único que no para ni por la influenza ni la crisis). Nos contaron de la fiesta nuestras compañeras de lancha, cuando fuimos a la isla de Yunuén en el Lago Patzcuaro, una de las tantas que están habitadas. Esta tiene un monumento a Morelos al que se puede subir para ver la isla, el lago y las ciudades lacustres.
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