Cañón del Sumidero



Lo habían propuesto como "Maravilla natural del mundo", pero pocas semanas antes de nuestra llegada dejó de estar entre los posibles ganadores de semejante título, sin embargo eso sirvió para que supieramos de su existencia (aunque igual nos hubiesemos enterado: todo San Cristobal está repleto de agencias que ofrecen excursiones y uno de los destinos es el Cañón... como somos cancheros, nos fuimos por nuestra cuenta -pero por el peaje y el viaje en lancha, nos salió más caro que por agencia).

Nos levantamos con un día raro (como la mayoría de los días que pasamos por acá), hicimos la tarea (cheaquear correo, actualizar anuncios, espiar los periódicos, ir al cajero; también le cambiamos el aceite de Jala Bien -como lo malcriamos a nuestro chico!!) y partimos hacía Corzo de Chiapas, el pueblito al lado de Tuxla Gutierrez que tiene embarcadero.

La lancha para recorrer el Cañón por el río hasta la represa, sale recién cuando se completa, por suerte no fuimos de los primeros en llegar. Vale la pena la espera porque las vistas son increibles: 1000 metros para arriba montaña, 2000 para abajo agua profunda. El lanchero hace de guía y va contando un poco y mostrando las piedras con formas de objetos conocidos (el árbol de navidad, el decapitado). Una parte del trayecto se llama tapón: es donde se acumula la basura que viene de la ciudad... ninguna maravilla natural, un asquete, aunque pareciera que están tratando de hacer desaparecer.
Al llegar a la parte más cerrada y más bonita del cañón, nos esperaba una tormentita, usando nuestros brazos de parantes, cual descapotable, pusimos una lona plástica para no empaparnos, por suerte fueron pocos minutos de agua cayendo y no llegamos a contracturarnos!

La lancha hacía unos ruidos importantes, aunque fuimos sin problema hasta la represa y la parada a la que obliga el lanchero en un bar con vistas al Cañón y la represa. Mientras estabamos ahí -medio secuestrados- otra lancha llegó, pero iba aún peor que la nuestra: supusimos que era para que no nos quejaramos tanto y supieramos que podía ser peor... siempre es posible... cuando nos quedamos sin motor a más de 3/4 de camino, esta misma lancha fue la que nos prestó los fusibles que ya no le servían para que podamos llegar al embarcadero nuevamente!!
Antes de terminar el viaje, el lanchero nos mostró varios cocodrilos que descansaban en las orillas, apartir de entonces la concentración del grupo hizo que el motor aguantara hasta el embarcadero con todos sanos y salvos!!





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