Tierra firme...

Tomamos el ferrie La Paz-Topolobampo, con el envión llegamos a dormir en Los Mochis, donde disfrutamos del confort de la modernidad y el agua corriente!
Nos tomamos la mañana con calma para emprender el viaje hacia Mazatlán.
Los desérticos paisajes de la Baja cambiaban por campos sembrados, nos cubría un cielo nuboso y -de a ratos chispeaba- (la humedad va tratando de hacerse amiga...). Hicimos pic nic rutero metiéndonos en un camino de campo, sacamos nuestras sillas plegables, nuestra conservadora y nuestro aceite de oliva, para disfrutar una ensaladita y un queso paceño.

A solo 50 km de Mazatlán, Jala Bien encendió su luz de alarma... ni bien encontramos un rincón que servía de banquina nos paramos: la manguera del radiador estaba pinchada. Ya vamos aprendiendo! Abrimos el capot para tratar de ver que pasaba y el líquido refrigerante estaba por todos lados, como es fluo, tardamos poco en ver de donde salía! Mientras pensábamos que hacer, vimos que el móvil tenía señal -por las dudas- pero lo ideal era llegar a la ciudad andando... así que por primera vez en nuestra vida, nos convertimos en mecánicos e hicimos un parche transitorio con un plástico de alta resistencia que alguien había tirado por ahí!

Un poco más despacio de lo que ibamos, llegamos sin problema hasta Mazatlán. Los semáforos y el tránsito de la ciudad pusieron en evidencia la precariedad del arreglo, pero la satisfacción de haber llegado nos dió la energía suficiente para averiguar cuanto costaba el repuesto, dar unas vueltas por el centro antiguo de la ciudad, encontrar hotel con garaje y salir a cenar.

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