La "sugerencia" de los Nahuas de Ostula nos hizo ir sobre nuestros pasos. Decidimos meternos tierra adentro, hacia el Lago de Chapala, lugar que nos había tentado cuando estuvimos en la polvorienta Guadalajara (es una hora al sur), pero se complicaba mucho llegar sin auto (Jala Bien no estaba con nosotros entonces).
Sobre las orillas del lago, hay varios pueblos pequeños y otros no tan pequeños. Nuestra opción fue Ajijic, que mantiene sus calles empedradas y sus coloridas casas coloniales. Un lugar encantador, del estilo de San Miguel de Allende, pero mucho más acogedor, la gente es muy amable y se pasea por la plaza y el malecón dándole vida a la ciudad.
Tan bien le caímos a la ciudad, que no solo nos recibió con fuegos artificiales el sábado por la noche; sino que no se quiso despedir de nosotros tan facilmente.
El lunes por la mañana paseamos por sus gallerías para despedirnos... y partimos rumbo a Morelia, para ver el norte de Michoacán.
Elegimos la ruta difícil y con vistas, bordeando el lago, pero aparentemente el mapa Roji no está tan actualizado, bah, ve el futuro; y la ruta deja de existir...por supuesto que nos enteramos cuando ya habíamos pasado varios kilómetros de terracería encharcada (podemos decir que fue un entrenamiento para el rally que hicimos hoy- ya les cuento). Recuperamos la ruta asfaltada y al llegar a Ocotlán (como dos horas de camino) paramos en una Pemex: nos dimos cuenta que Ajijic se había quedado con la tarjeta de crédito!! Un BBVA en frente fue suficiente para pedir que la guardaran en Ajijic y volver por ella! (una alegría que estuviera ahi, sino se venía denuncia y esperar el plástico nuevo desde madrid.. un follón!)
A esta altura, Jala Bien -como un bebé- había empezado a llorisquear por algo que no sabíamos que era. llora: pierde agua!! ya le habíamos cambiado una tapa al radiador, la manguera superior... qué más!!! no sabíamos que podría ser esta vez, la tapa nueva sería trucha?. Era tarde, el banco cerraría; Jala Bien tenía que bancar y llevarnos de regreso. Más agua y los dedos cruzados.
Esta vez por ruta firme, llegamos hasta Ajijic y gracias al último cliente, no hubo que esperar al día siguiente para recuperar la visa. Dejamos a Jala Bien llorando y fuimos por unos tacos. Recargamos agua y empezamos la travesía en búsqueda de un mecánico que cambie las mangueritas que van debajo del radiador (Julián se dió cuenta donde fallaba, las mangueritas estaban viejitas -había más mangueritas?!!!).
Estos días están siendo raros, mucha aventura cada día, siempre queda rato para algo más!!
Reparado Jala Bien (lo vamos a dejar 0km!), dejamos Ajijic por segunda vez en ocho horas.
La luz nos iba a aguantar un poco más, así que seguimos para ponernos en ruta. La lluvia nos dejó llegar hasta La Barca, ahí decidimos que el día ya había sido largo. Encontramos donde dormir, y nos fuimos a un puestito callejero a comer otros taquitos y una Sol.
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