Después de comer en la feria del plato que se hacía en las puertas del mercado de Miraflores, arrancamos hacía Pisco -pobre Pisco, después del terremoto de 2007 no queda ni el recuerdo- llegamos a dormir en Paracas. Ahí, después de un cebiche con Pisco Sour y de dejar a mamá en un hotel, volvimos a dormir en el auto. El parque de Paracas es genial, en la puerta tomamos nuestro desayuno "continental".
Visitamos la Reserva y llegamos a tiempo para visitar el viñedo y hacer un picnik especial con cava en el jardin de la bodega Tacama.
Dormimos en Palpa, donde había feria, asi que pudimos hacer compritas también. A la mañana vimos las Líneas de Nazca, que están atravesadas por la Panamericana (no es muy emocionante verlas...).
De Nazca, dejamos la costa y empezamos a cruzar la cordillera, viendo como cambiaba el paisaje: de desierto hasta los valles verdes.
Paramos en un pueblito en la montaña a mediodía y seguimos hasta otro más grande y con aguas termales a la noche.
De camino a Cuzco, estuvimos en un simulacro de terremoto en Abancay y pasamos por las ruinas de Saywite.
Cuzco nos recibió divina, encantadora. Hicimos una parada de 2 noches antes de salir al Valle Sagrado (visitamos Pisaq, Ollaytantaibo, Urubamba, Maras, Moray, Chinchero...). Antes de volver a Cuzco, una noche nos quedamos en Urubamba, en un hotelito con unos jardines muy bonitos.
Anoche Mamá se subió al bus que la llevaba a La Paz, para tomer su vuelo de regreso. Una visita de lujo. Se portó muy bien (jeje). Nos encantó compartir estos días y mostrarle un poco nuestra forma de vida de estos tiempos...





























No hay comentarios:
Publicar un comentario