Entre las sierras

El viernes a la tarde llegamos a Oaxaca, la ciudad se preparaba para la gran fiesta de la Guelaguetza, con su punto cúlmine el lunes siguiente. Por un lado, genial llegar a una ciudad que explota de festejos y visitantes, con actividades, desfiles y bailes; por otro lado, esto nos volvió a complicar para conseguir un lugarcito para quedarnos tranquis y sentirnos en casa... Nos quedamos en un hotelito simpaticón en un barrio cercano al centro, pero más tranqui; sabiéndo que no nos ibamos a sentir del todo a gusto, pero que dado el momento, era lo mejor que podíamos conseguir.

La ciudad repleta de casas coloniales es muy bonita, está en medio de tres sierras que se juntan aquí, a poco más de 1500 mts sobre el mar.
El sábado nos encontramos un desfile que atravesó gran parte de la ciudad, con gente de las distintas localidades del estado, con sus trajes, sus bailes y sus mezcales... y los festejos siguieron, hasta pasado el lunes del cerro de Guelaguetza y de fuegos artificiales.

Nos instalamos en la ciudad: una semana en el hotelito, y una en un departamentito mucho más habitable y vivible. Necesitabamos descansar de la búsqueda de lugar permanente, de dormir cada noche en un lugar distinto, de ser turistas todo el tiempo. Oaxaca nos acogió con gusto. Pasada la fiesta, hubo tiempo de recorrer algunos pueblos cercanos, que tienen sus mercados y sus propias fiestas. No sabemos aún si estamos listos para seguir adelante, o si nos quedaremos unos días más por acá.

Oaxaca, imagenes de Marce.









De los Tuxtlas a Oaxaca




En tierra de los Tuxtla, nos encontramos con la fiesta de Santiago -con mucha música, payasos, juegos eléctricos, pero sobre todo mucho baile: fandango y jarocho, en distintas modalidades: lo más lindo fue ver el tablón de los locales, donde todos se turnan para bailar y las guitarras se van sumando e intercalando en un festejo que dura lo que aguantan los dedos de los guitarristas y los nuevos dedos y así...





Santiago nos gustó mucho, supongo que mucho tiene que ver el hotel donde estábamos en plena plaza central y el momento festivo en que llegamos, el aire que se respiraba en la ciudad.
Lo dejamos prontamente, y al llegar a San Andrés la decepción fue algo fuerte, hoteles feos y caros, la fiesta ya terminada (otra y a la vez, la misma), poco interes salvo los innumerables mecánicos que visitamos para reparar la mal arreglada avería de Jala Bien.




Pasamos de San Andrés y llegamos a Catemaco, un pueblo a la orilla de un lago, con ávidos (e insistentemente insoportables) vendedores de todo lo que uno pueda querer (y lo que no). Esta localidad es famosa por el encuentro anual que hacen aquí brujos, chamanes y charlatanes, donde limpian su energía para un nuevo año... solo dejan la energía gastada y cargada en el lugar (o porque somos de otra tribu, solo fue esa la que percibimos: la fea).
Con Jala Bien re-reparado, nos dispusimos a cruzar la sierra hasta Oaxaca: léase "huajaca"- muchos recomendadores nos habían mencionado este lugar, tardamos un poco en entencer que era Oaxaca.
Mucho nos habían advertido sobre las peligrosas curvas de la ruta -donde hay que pasarse a la mano contraria para no quedar bajo un camión. Otros disuasores fueron los "peajes voluntarios" que nos cruzamos en un primer tramo: dos de parejas de niños que con un piolín y banderines cortaban el camino indicando detenerse -de ambos zafamos por estar ahí en el mismo momento que conocedores de la ruta a quienes seguimos-; el tercero, más preocupante, hecho por agentes de la policía local que mendigaban para "la compra de un refresco" y que evitamos ofreciendo amablemente unas cookies. Una vez descartada la ruta "escénica" y corta, tomamos la autopista que si bien era más larga tenía un costo alto pero pre-establecido.

Imágenes de Tlacotalpan











Cumple feliz!

Ni bien me siento a escribir, se escucha al conductor de la fiesta diciendo: "demos la bienvenida a este cuarto día de fiesta de Santiago Tuxtla". El hotel en el que estamos (un lujo cumpleañero) da a la plaza central del pueblo, justo donde está montado el escenario por donde pasan los distintos grupos de música y baile.
Llegamos justo a la fiesta, la calle completamente adornada, aunque con el calor que hace, la fiesta empieza a la tardecita, para darnos tiempo para darnos un chapuzón y descansar un poquito.

Quería escribir sobre la fiesta, la nuestra, la de mi cumple...
Lo empezamos en Veracruz, la ciudad donde desaparecen los mariachis y las botas texanas y aparece la gente con ritmo caribeño. No sé todavía si el calor se siente más por la humedad o es alrevés... la ciudad está llena de turistas mexicanos, cada 100 mts hay una orquesta distinta, el bullicio es demasiado para nosotros, no esperábamos todo ese ruidoooo...unas vueltas y nos dimos cuenta como sería nuestra estancia aquí: breve, muy breve.
Cenamos unos taquitos callejeros y brindamos con una cervecita en la terraza del hotel. Por la mañana paseamos un poco más, vimos lo bonito que es y desayunamos en un lugarcito en la plaza central (viendo a los vendedores detectar sus presas y atacarlas de a uno por vez!) y huimos antes que los ruidosos veraneantes taponaran las calles nuevamente.

Poco más de 100 km al sur, llegamos a refugiarnos en Tlocotalpan (imperdible lugar para aquellos que esten por estas zonas), un pueblito colorido con unos 9000 habitantes, tranquilo y precioso. La gente saluda por la calle y se queda dándonos la bienvenida. Claro, tan perfecto no podía ser: están filmando el final de una tira de Televisa, asi que el pueblo anda un poco revolucionado, aunque no pierde su frescura (la gente; frescura en el aire cero: se traspira de solo respirar).
Costó conseguir lugar para dormir (también costó dormir en ese lugar cuac), pero no costó tanto elegir donde comer los mariscos cumpleañeros (invitados por Mamá, gracias!).
Vamos a tener que volver a este lugar. Nos fuimos al medio día, después de varias vueltas y muchas fotos, que proximamente verán.

Así fue, un cumple en movimiento, en plena travesía, con mucha música (que ya suena bien fuerte acá en la plaza... como invitando). Muy lejos y, a la vez, muy cerquita; con muchos cambios y también muchas cosas igual.
M.


Una vez que decidimos partir, toca consultar, para ver que ruta tomar. A veces esta muy claro cual es el siguiente paso, pero otras dudamos hasta el momento de partir...despues del desayuno de cumple en una terraza elegante, en el zocalo(en el Hotel Imperial, que contaba con el primer ascensor que llego a Mexico...).
Al rato de mirar el kiosko, me di cuenta de que nunca habia visto tal cantidad de cigarros puros fuera de un estanco. Despues me entere de que en esta tierra se cultiva mucho tabaco.
El puerto al fondo....los restos de la noche anterior, en primer plano...
La zona portuaria de Veracruz, tiene mucho de edificios nuevos, y otros que nos recordaban a La Habana (vieja)...alguna relacion entre los cigarros, La Habana, y el caribe...

Marce, manejando, rumbo a Tlacotlapan.



Cebu mexicano!!!

J.

Puebla Vive!

Puebla Vive! La promo de México Vive no existe, salvo acá! tan cerquita del DF el viernes a la tardecita, junto con nosotros y una fuerte tormenta llegan miles de visitantes!
Por primera vez en nuestra travesía nos responden que no hay lugar! (obvio, siempre un lugarcito más hay, así que lo encontramos!). La ciudad super-archi-colonial no tiene desperdicio.
La gente es especial, super amable. En una fonda al medio día del sábado, una mujer nos escuchó hablar (su duda fue: de Argentina o Uruguay?) y se dió cuenta que nos vendrían bien varios tips. De mesa en mesa, la charla hizo que se enfriaran sus enchiladas con mole poblano (ñam!) y que nosotros aprendiéramos un poco más de Puebla y de su hospitalidad.

El sábado a la noche, casi sin querer, llegamos a la zona bolichera. La dinámica acá pareciera ser que a uno "lo llevan" desde la calle adentro del bar-boliche que sea, uno se convierte un poquito en rehén de aquel al que le haya dado bola (a su vez, tener un "guía" hace que los otros atosiguen menos). Como perdimos la costumbre, todos los lugares nos resultaron "oscuros, con la música muy fuerte y llenos de humo" (a parte del ambiente casi colegial -ya estamos más viejos-), cuestión nos salimos de la zona-teen y nos metimos en una cantina, en la barra, rodeados de jóvenes de 60, buena onda. Uno, que ofició de mozo por más que fuera un cliente, terminó regalándonos un cuadro!!! Con el marco bajo el brazo, seguimos la gira nocturna, de tapas! caímos en otro lugar extraño, ni bien entramos, uno de los comensales se levantó a darnos la bienvenida en inglés! le costó más que a sus amigos entender que en español nos resulta más fácil!!! Ya varias cervecitas después, seguimos (cuadro en mano) dando algunas vueltas por la ciudad poblana.

Dejamos Puebla con rumbo a Cholula el domingo; ahí sí que no encontramos ganas de quedarnos, dimos varias vueltas con Jala Bien y salimos hacia Veracruz.

En el corazón de México

Dejamos Toluca después de pasear un poco más y partimos hacia Taxco, la ciudad de los plateros (no los músicos, los que trabajan la plata)...
La carretera libre se hizo un poco larga y sus curvas llegaron a marearnos un poco, hasta que llegamos: colgada de la montaña descansa Taxco entre sus subidas y bajadas. Dejamos a Jala Bien ni bien pudimos estacionado, para no sacarlo hasta nuestra partida, aunque no está prohibido andar en auto por el estrecho centro de Taxco, es un poco estresante meter semajante auto entre la infinidad de taxis, bondies VW y los paseantes sin vereda. La ciudad es de las que dan vueltas, las calles se cruzan, enredan y se vuelven a cruzar; ideal para perderse y encontrarse. Tan así es, que recorrimos las calles no turísticas casi sin querer, y encontramos a la misma panadera fuera de su puesto del mercado dispuesta a volver a vendernos pan dulce.

De Taxco nos fuimos a Cuernavaca (la ciudad de la primavera eterna), donde Cortés erigió su castillo y tierra de Emiliano Zapata... nos costó un poco entendernos con la ciudad, pero una vez que lo hicimos fue bien fácil... una noche sola nos quedamos, y salimos rumbo al este al día siguiente...
No teníamos muy decidido hacía donde iríamos, pero tomamos dirección hacía Puebla; en el camino nos cruzamos con la pirámide de Tepoztlán...
Así que cambiamos ojotas por zapatillas y emprendimos los dos kilómetros y pico hacía arriba, para llegar entre la vegetación y el cerro Tepozteco a esta pirámide super conservada y desde donde se vé este que es otro de los "Pueblos Mágicos" mexicanos. Esta vez, el azar, fue la mejor forma de llegar.

Toluca sorpresita

El lunes visitamos al mecánico dos veces (hicimos turno mañana y turno tarde) para arreglar los efectos del rally volcánico y el desgaste de 17 añitos andando; habíamos pasado el finde en Morelia obligados, porque el arreglo del sábado de Jala Bien resultó tan trucho como el tipo que lo hizo.
Salimos un poco tarde, con rumbo hacia el este... el plan original era llegar a Taxco.
El camino con curvas entre las sierras boscosas (un lujo) se hizo un poco más largo y decidimos hacer una paradita en Toluca, la capital administrativa del Estado de México.
Ni bien dejamos el estado de Michoacán respiramos un poco más tranquilos; las últimas noticias venían siendo cada vez más fuertes (los narcos y el estado discuten quien manda a tiros). Pero el respiro nos duró dos curvas, porque al entrar al estado de México nos recibió una parada técnica de la policía (estamos acostumbrados al ejército, la policía nos asusta un poco más), para pedir papeles y darnos la sensación de querer sacarnos algo (no fue para decirnos que estabamos a salvo!!!).
No esperábamos mucho de Toluca, pero nos recibió con ganas, como una gran ciudad colonial con gusto de serlo. (cuando nos pongamos al día subiremos alguna foto).

Morelia de noche.

Disfrutamos de un paseo nocturno, ya mas tranquilos, por una Morelia casi vacia.
Las calles adoquinadas apenas iluminadas por los farolillos, los muros de piedra, los relampagos a lo lejos, avisandonos de una tormanta por venir.....la noche, fresca, invita al paseo sin rumbo, a perderse por esas calles añejas. disfrutando de un fantastico helado de chocolate con nueces, disfrutando del silencio de la noche, roto solo por la guitarra rasgada de uin mariachi que espera en la esquina a alguien que lo contrate.
En la plaza de la catedral aun queda alguna familia con niños, un payaso sin auditorio, y al igual que nosotros, otros viajeros, casi todos mexicanos, que disfrutan del juego de luces y sombras de la plaza y catedral.
Las luces de los coches de policia rompen la armonia de la noche , deslumbrandonos.
Alla, a lo lejos, mirando por Madero, en ambas direcciones, el resto de la ciudad se intuye como un adorno navideño, esas pequeñas luces que se ponen en los arboles....el resto de morelia es un parpadeante juego de luminarias.
Ya, disfrutando de las vistas de la catedral que nos da Juarez, nos despedimos de la ciudad, pensando en nuestro siguiente destino, Taxco, la capital de la plata, la ciudad de las mil colinas, la que me mostro las imagenes mas sangrientas de la Semana Santa, aquella que fotografie en 1992.

Mas violencia narco.

Hay ciudades que no nos quieren dejar marchar. Ocurrio con Ajijic, un hermoso pueblo a orillas del lago, al que tuvimos que regresar desde La Barca, una ciudad a 60kms de Ajijic. Alli, en una estacion de servicio, nos dimos cuenta de que me habia dejado la tarjeta de credito en el cajero(vaya susto) y al mismo tiempo, de que el radiador perdia agua...que es peor? Ambos contratiempos se solucionaron regresando a Ajijic.
Nos ocurrio tambien en Pazcuaro, otro lindisimo pueblo, muy español, donde abandonamos el tapon del deposito de combustible. Nuevamente, en otra estacion de servicio nos dimos cuenta, al ver que el chico que nos atendia, despues de repostar, cerraba el deposito sin poner el tapon...y el tapon, le pregunte?, no tiene, me contesto...tambien se soluciono, regresando.
La ultima ciudad, esta si no nos dejo partir. Morelia. El dia del volcan, un fuerte roze en los bajos de Jalabien, me hizo pensar lo peor. Pero nunca vimos restos de aceite en el suelo. Solo en Morelia, en nuestro hotel, claustro,, el dia antes de la partida vi aceite en el suelo. Como la mancha no aumento, pense que no era grave. No aumenta por que ya no tenia mas aceite!!!!
Buscamos un taller donde nos reparasen la rotura del carter, pero nos tomaron el pelo y al final, perdimos la mañana y ya no podiamos marcharnos de Morelia un sabado a la tarde con Jalabien perdiendo aceite.
Bue, todo esto se lo cuento para llegar a lo que realmente les queria contar.
El narco se revuelve con fuerza. Anoche, sabado 11,las sirenas sonaban con fuerza, pero no sabiamos por que. Leemos hoy en la prensa que la policia detuvo anoche al numero dos de La Familia de Michoacan. Inmediatamente despues, los narcos atacan varias comisarias de policia en Morelia y otras ciudades, provocando varios muertos. Los narcos atacando con armas de gran calibre y con granadas los centros policiales.
Nosotros dormimos y a pocas cuadras los narcos hacen un esfuerzo por recuperar a su numero dos, que ya estaba de camino al DF.
Las balaceras continuan, y leo ahora, cuando son mas de las 15 horas,mientras tomamos un mate, que La Familia ataco esta mañana un cuartel de policia en Pazcuaro,, a metros de donde nos alojabamos hace cuatro noches....
En fin, despues del encuentro con los Nahuas armados en la ruta 200(siguen con la ruta cortada), el encuentro con los narcos armados cada vez esta mas cerca, y en cualquier momento, podemos vernos envueltos en medio de una balacera(espermos que no).
Desde Morelia, Michoacan.
J.

Unos días tranquilos en Patzcuaro

Terminado el rally volcánico, y habiendo sobrevivido al diluvio; llegamos a la localidad de Patzcuaro situada a orrillas de su lago.
Todavía nos quedaba energía para encontrar donde parar y salir a comer (cosa que no habíamos hecho en todo el día). Ahí fue cuando nos enteramos que el centro estaba a unos 2 kilómetros de donde habíamos anclado. Al entrar despacito al centro (parecía que los 50 mil habitantes de Patzcuaro tomaron la misma ruta que nosotros!), nos fuimos maravillando con las casas coloniales, todas blancas y marrón rojizo, con las plazas y con la gente que paseaba tranquilamente.

Al día siguiente nos enteramos que era el día de Nuestra Señora de la Salud, la patrona de la ciudad. Ese era el factor que atraía tanta gente (el turismo religioso mexicano es el único que no para ni por la influenza ni la crisis). Nos contaron de la fiesta nuestras compañeras de lancha, cuando fuimos a la isla de Yunuén en el Lago Patzcuaro, una de las tantas que están habitadas. Esta tiene un monumento a Morelos al que se puede subir para ver la isla, el lago y las ciudades lacustres.

De La Barca al diluvio de Paricutín

Salimos de La Barca, el cielo despejado nos acompañaba, con los pelos al viento y nuestras voces estropeando la música que salía de Jala Bien..
El rumbo era Morelia, pero cruzando los campos fértiles michoacanos (que estaban siendo cosechados), Julián encontró datos que hicieron que nos desviáramos hacia el sur.
El objetivo: ver las ruinas sumergidas bajo la lava de un joven volcán (Paricutín, es el más joven del mundo y dejó sumergidos bajo su lava a dos pequeños poblados- de San Juan se vé la iglesia rodeada de lava, pero en pie).
Seguimos el mapa y pedimos indicaciones para llegar: Opción 1 (la fácil), ir hasta el cercano pueblo de Uruapán (capital mundial del aguacate) y contratar guía (incluso se pueden contratar caballos para la excursión). Opción 2 (la nuestra), ir a Zacán (un pequeño poblado) encontrar a un par de testigos de la erupción (1943), que nos indiquen como llegar hasta las ruinas. El cielo poco a poco se ennegrecía, así que decidimos que sólo veríamos las ruinas (el volcán que apenas larga humito quedaría pendiente). Solo siete kilómetros nos separaban de las ruinas, aunque eso no lo supimos hasta llegar ya que las respuestas de nuestros "guías" fueron: "están a 10 minutos" y "es como a media hora"; ambos acordaron que Jala Bien podía llegar a destino -aunque sabemos que supusieron que era anfibio y 4x4.
Si dudarlo más, emprendimos la travesía, de a poco nos sentíamos tal como deben sentirse los corredores de las off road que estuvimos viendo. Pisábamos lava que cubría adoquines, algo de tierra roja y algunos charcos que quedaban de lluvias anteriores... de pronto la oscuridad empezó a caer en forma de lluvia, todavía suavemente. Pasamos por una casa donde se festejaba algo: llena de guirnaldas y con banda sonora de petardos (más bien parecían tiros). No sabíamos si eso era bueno o malo, aunque vimos que, al menos, había algo de gente no tan lejos nuestro. Llegamos a un punto de observación, ya el aire era raro, había algunas tienditas de regalos completamente abandonadas, la lluvia empezaba a caer con más fuerza, pero ya estábamos ahí; había que cumplir el objetivo: ver las ruinas y fotografiarles! Dejamos a Jala Bien para pisar tierras menos firmes, el agua -como es habitual- mojaba, también estaba fría! Un poquito más y lo veíamos... subimos por una montaña de lava y ahí estaba (aunque ya la preocupación era salir de ahí antes que el camino nos atrapara).
Volvimos al auto, Julián tomó el puesto de piloto (había sufrido un poco a la ida con mi pilotaje). El agua ahora caía con bronca, tanta bronca que también empezó a traer granizo (chiquito e insistente primero, grande y pesado después); No solo caía del cielo, también aparecía convirtiendo en río el camino que nos había llevado hasta ahí. En algunos tramos Jala Bien hizo de tabla de surf, y en otros saltos, pensamos que no llegaríamos a destino. Sin embargo, la opción era seguir hasta el asfalto porque no había ningún rincón que fuese seguro para detenerse: la lluvia caía con odio y un río furioso pasaba por el camino. En varios tramos, apenas podíamos ver que iba bajo nuestro, pero había que llegar. Ni Juli ni Jala Bien dudaron como hacerlo, yo creo que -del julepe- hasta casi recé! Llegamos a la ruta con las piernas temblorosas, y el agua dió un respiro, pensamos que ya había terminado, pero no: decidimos que llegaríamos hasta el siguiente pueblo (Uruapán), ni bien dejamos de tener la opción de detenernos, la lluvia recuperó su furia... caía de a baldazos del cielo y traía algo más de piedra, para simular nieve al costado de la carretera -sin banquina- que no nos dejaba más que seguir hacia adelante...
Llegamos a Uruapan (que es la capital del aguacate y fuera de época no tiene más atractivo) y cual soldado que huye de una guerra, seguimos hacia la próxima atractiva escala de nuestra ruta: Patzcuaro.

Ajijic- Lago Chapala

La "sugerencia" de los Nahuas de Ostula nos hizo ir sobre nuestros pasos. Decidimos meternos tierra adentro, hacia el Lago de Chapala, lugar que nos había tentado cuando estuvimos en la polvorienta Guadalajara (es una hora al sur), pero se complicaba mucho llegar sin auto (Jala Bien no estaba con nosotros entonces).
Sobre las orillas del lago, hay varios pueblos pequeños y otros no tan pequeños. Nuestra opción fue Ajijic, que mantiene sus calles empedradas y sus coloridas casas coloniales. Un lugar encantador, del estilo de San Miguel de Allende, pero mucho más acogedor, la gente es muy amable y se pasea por la plaza y el malecón dándole vida a la ciudad.
Tan bien le caímos a la ciudad, que no solo nos recibió con fuegos artificiales el sábado por la noche; sino que no se quiso despedir de nosotros tan facilmente.
El lunes por la mañana paseamos por sus gallerías para despedirnos... y partimos rumbo a Morelia, para ver el norte de Michoacán.
Elegimos la ruta difícil y con vistas, bordeando el lago, pero aparentemente el mapa Roji no está tan actualizado, bah, ve el futuro; y la ruta deja de existir...por supuesto que nos enteramos cuando ya habíamos pasado varios kilómetros de terracería encharcada (podemos decir que fue un entrenamiento para el rally que hicimos hoy- ya les cuento). Recuperamos la ruta asfaltada y al llegar a Ocotlán (como dos horas de camino) paramos en una Pemex: nos dimos cuenta que Ajijic se había quedado con la tarjeta de crédito!! Un BBVA en frente fue suficiente para pedir que la guardaran en Ajijic y volver por ella! (una alegría que estuviera ahi, sino se venía denuncia y esperar el plástico nuevo desde madrid.. un follón!)
A esta altura, Jala Bien -como un bebé- había empezado a llorisquear por algo que no sabíamos que era. llora: pierde agua!! ya le habíamos cambiado una tapa al radiador, la manguera superior... qué más!!! no sabíamos que podría ser esta vez, la tapa nueva sería trucha?. Era tarde, el banco cerraría; Jala Bien tenía que bancar y llevarnos de regreso. Más agua y los dedos cruzados.
Esta vez por ruta firme, llegamos hasta Ajijic y gracias al último cliente, no hubo que esperar al día siguiente para recuperar la visa. Dejamos a Jala Bien llorando y fuimos por unos tacos. Recargamos agua y empezamos la travesía en búsqueda de un mecánico que cambie las mangueritas que van debajo del radiador (Julián se dió cuenta donde fallaba, las mangueritas estaban viejitas -había más mangueritas?!!!).
Estos días están siendo raros, mucha aventura cada día, siempre queda rato para algo más!!
Reparado Jala Bien (lo vamos a dejar 0km!), dejamos Ajijic por segunda vez en ocho horas.
La luz nos iba a aguantar un poco más, así que seguimos para ponernos en ruta. La lluvia nos dejó llegar hasta La Barca, ahí decidimos que el día ya había sido largo. Encontramos donde dormir, y nos fuimos a un puestito callejero a comer otros taquitos y una Sol.

Cambio de ruta

A pesar del inicio de la temporada de lluvias, decidimos seguir camino hacía el sur, por la costa, para llegar hasta Acapulco, como le prometimos a Mamu. Sin embargo, no solo la lluvia se iba a interponer en nuestro camino...

Seguimos hacía el sur. Fuimos haciendo el recorrido de a tramos: desde Puerto Vallarta seguimos a Las Varas; pasamos por Malaqué y por Barra de Navidad, dormimos en Manzanillo; de ahí salimos hoy, dejamos el estado de Colima y entramos en Michoacan. Por la costa, a esta altura, sólo hay una ruta: de a ratos se ve el mar, en general está rodeada de frondosa vegetación selvática, se ven acantilados, piedras e islotes en el Pacífico; algunos pueblitos sobre la ruta, algunos sobre el mar; algunos de pescadores, la mayoría turísticos... el paisaje es indiscutiblemente muy bonito.
Pasamos un control militar, como los tantos otros que vamos pasando; esta vez, no nos pararon, no nos preguntaron a donde ibamos, ni de donde veníamos, ni pedimos ninguna indicación (es lo que solemos hacer, para que sean ellos los que hablen y sepan que no tenemos nada que ocultar).
Seguimos hacia el sur.
Empezamos a ver algunas cositas en la carretera que nos llamaron la atención: algo de gente reunida (podía ser un puesto de comida), un cartel sobre tela que no llegamos a leer (podía ser cualquier cosa, mañana domingo hay elecciones aqui), un grupito de camiones parados (yo pensé que se comía bien en ese lugar).

Seguimos hacia el sur, hasta que no pudimos seguir más:
Un cartel sostenido con piedras daba un mensaje de hartazgo; a los pocos metros otro cartel y una persona con la cara tapada con un pañuelo y un arma en la mano; en dos segundos, las personas eran 4 y cada uno su arma (pistola, metralladora, según el gusto); casi no nos dimos cuenta y estabamos rodeados por más de 15 tipos cada uno con su chumbo.
El corazón nos latía fuerte, más que fuerte. La temperatura del cuerpo me subió a 40° y transpirába como si hubiese llegado ahí corriendo. A Julián se lo veía más tranquilo, ya había visto los ojos de los tipos, cansados pero amables, tranquilos. Qué podía ser: un atraco?, un "peaje"?, sin duda mucho miedo, no de muerte, pero miedo grande grande. Preguntaron (sin brutalidad, sin ansiedad) hacía donde íbamos. Yo tardé en oir, mi corazón acaparaba toda mi capacidad auditiva; cuando entendí, no pude saber cual sería la respuesta apropiada (no sabíamos con quién hablábamos, ni que querían). La respuesta la dió Julián: "hacía el sur". Y lo que siguió fue un: "no por aquí, dé la vuelta". Ahí la respiración se nos normalizó. Ni se nos cruzó por la cabeza discutir, ni contarles que teníamos que llegar a Acapulco, que se lo habíamos prometido a Mamu. No. Nada de eso. Tampoco les dijimos que queríamos entrevistarlos y sacar algunas fotos (alguna saqué a la distancia), ni les preguntamos más. Las armas intimidan horrores (nunca había visto a tantos hombres sin uniforme con armas -nunca nos apuntaron firmemente, solo las mostraban-). Marcha atrás -mientras veíamos como salían más hombres y más armas desde los costados, camuflados por la vegetación- hasta que hubo espacio para dar vuelta.

Respiramos profundo y pensamos en todo lo que no pasó.
Desandamos nuestros pasos para llegar al lugar donde estaban los camiones, paramos y nos sentamos a comer algo en el bar, para poder hablar y preguntar un poco: qué pasa????
...
http://www.lajornadamichoacan.com.mx/2009/07/03/index.php?section=politica&article=007n1pol

Feliz Cumple Mami!


Estuvimos juntando flores para mandarle!!!
Feliz cumple!!
Desde el Pinacate y Baja California:
Primavera en el desierto
Las mandamos desde el muy mojado Puerto Vallarta
(no para de llover desde que llegamos!)

La Tovara (desde San Blas)

San Blas sólo nos ofreció un rico pescado relleno con calamar en la playa; los lugares para dormir o eran carísimos o feísimos, todas las calles del pueblo estaban levemente inundadas, así que descartamos el plan de parar acá unos días (para tomar aire antes de llegar junto con el mes de julio a Puerto Vallarta)... y seguimos viaje.
Para chusmear, paramos en el embarcadero que sale a La Tovara (un estanque del Río San Cristobal rodeado de manglares y una selva espesa donde viven cocodrilos, tortugas, garzas, aves pico de pato y otros tantos bichos. Nos contaron un poco más de lo que sabíamos y terminaron convenciéndonos para dar un paseo!!
un lujo, nosotros dos y un lanchero partimos río arriba, en un especie de zafari fotográfico!
proximamente, aquí una pequeña muestra...

La bendición de las aguas



















Llegamos a medio día a la isla, la fiesta ya había empezado, se veía mucha gente y mucha cerveza (parece que cerveza y fiesta por acá son sinónimos, je). Viven en la isla unas 500 personas, pero a la fiesta van todos los que hayan tenido alguna relación con la isla y mucha gente de otros lugares (gringos gringos eramos pocos).
Ni bien comimos unos camarones (es la especialidad de la isla), empezaron los bailes tradicionales, con los trajes que muestran la mezcla española en las costumbres americanas. Averiguamos un poco más y dimos con Carlos Ortiz, un pescador muy amable que nos ofreció llevarnos en su lancha con su familia al verdadero evento; a eso de las 5 salimos (nosotros y muchas otras lanchas) escoltando a la banda -que ya había empezado a tocar-, al curita del pueblo y a las imágenes de San Pedro y San Pablo, que son los santos que bendicirán la pesca de todo el año.
Entramos en la laguna hasta el punto donde se oficia una breve misa (las cervezas siguen siendo parte del festejo todo el día), con todas las lanchas alrededor. La gente muy amable nos avisaba que guardáramos todo! que nos iban a mojar!; ni bien termina la misa, empieza el festejo, que también se podría llamar bautismo o guerra de agua entre todos los que hayan concurrido (inclusive nosotros!!). Hay persecusiones entre las lanchas, todos se mojan, se salpican, cada quien con algo en la mano que le ayude a poner más agua sobre la lancha vecina y lo mismo para sacar algo de agua de dentro de la propia! (cada tanto hay que acordarse que no es carnaval, que es una bendición!)
Una cosa única, refrescante, renovadora.(lástima no haber dejado todo lo que no debía mojarse fuera de la lancha!) Con el agua fresca se borra el rastro cervecero de cualquiera, así que se reinician los festejos. Nuestro anfritión insistía en que nos quedáramos que iba a seguir la fiesta, que había fuegos artificiales y baile... pero no nos animamos. Partimos frescos y contentos al Pueblito donde habíamos parado, para darnos un baño y descansar felices.